Por Julissa Rivera

martes, 22 de noviembre de 2011

Estoy trabajando con un nuevo sitio ahora. Si alguien gusta puede pasarse por aquí. Estoy actualizando ahí ahora y ya moví algunas entradas viejas. Tal vez mude el blog para allá pero aún no es nada seguro.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Parte II


Cuando el invierno yo se acercaba, la ballena supo que pronto la sirena se iría a aguas mas cálidas y no se volverían a ver hasta la primavera.
Que tristeza pensar en eso. La ballena tenía muchas ganas de hablar con La Sirena o decirle algo, tal vez todo, pero al no entenderse la una a otra con palabras, se desesperaba y se ponía cada vez más nerviosa.
La ballena se fue un día sin avisarle a nadie. Nadó al norte. La Sirena le siguió sin que se enterara y aunque se estaba muriendo de frío no dio vuelta hasta llegar al polo norte, donde la ballena se detuvo donde los narvales. La Sirena vio hablar a la ballena con los narvales. Aunque no entendía una palabra, vio en el rostro de la ballena una infinita tristeza.

Tal vez mas de la usual.


La Sirena no quería irse. Sabía que la ballena le quería decir algo, quería esperarla. Pero a La Sirena el clima no la esperaría el clima y como se quedara un día mas se moriría de frío no pudo hacer nada.
La Sirena se fue. Se despidió de la ballena, que no le dijo nada de sus preocupaciones. La ballena pensó no tiene caso. ¿De qué iba a servir decirle cualquier cosa si no se iba a quedar?.
Cuando La Sirena se iba deseó no ser más una sirena. Si fuera una persona se podría quedar en la playa, y podría ver a las ballenas todos los días, y entendería lo que dicen y ya no se tendrían más secretos.
Los malditos secretos que la mataban a ella por no saberlos y mas mataban a la ballena por esconderlos
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La ballena se iba a sentir triste durante el invierno.
Tan pronto sintió lejos a la sirena y a ella sola, se arrepintió de todo. Deseó haberle dicho lo que sentía, deseó haber aprendido su idioma o haberle enseñado el suyo.
Deseó haber sonreído más.
Ahora iba a tener que esperar toda una temporada que se iba a sentir como un año entero sin la serena.
Aún así, solo dijo:
Tal vez... Tal vez la próxima primavera.